Primera entrega de la trilogía vikinga de Hrafn Gunnlaugsson. Un niño presencia como un grupo de vikingos extermina a su familia y toma la determinación de vengar sus muertes. Años después, en tierras islandesas, la sangre empieza a correr.
Se trata de una película curiosa. Lejos de una supreproducción épica, tiene como base el cine de samuráis y el western, recordando a los spaghetti western de Sergio Leone. Podría decirse que se trata de un vikingo western islandés. La música ochentera acaba de aportar su toque de rareza a esta película que si no es excelente, si que es interesante y muy amena.
Instrucciones de uso: Para días de no pensar demasiado.
